Silenciar con ella las vueltas egoístas de la vida,
Enmudecer las hordas de balas
En algún lugar lejano,
Callar por completo el ruido del exterior.
Y en el mismo instante, tronar las campanas del alma,
Disponer en sus labios
La algarabía de una sonrisa nueva
La de antes.
La de mañana.
La del tiempo.
Es demasiado mía, para ser de otros.
Demasiado mía, para ser amigos.
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