Podría ser mentira...
Que las calles siempre nocturnas
Sean las mismas de aquellos tempranos años.
Adornadas con el oro de la luz,
Desprendiéndose de focos golpeados por un reloj,
Temblando como la soledad.
Memorias que son pan y coñac,
Agua y casualidad...
Pulmones, corazón y lengua que caen torpemente.
Ella entre los labios, ella entre los brazos,
Danzando como vapor de enero.
[...Recordar es una interrogante al tiempo, frío, inerte.]
Ramírez y Letelier ofrecen lágrimas para posar sobre la mejilla,
Cada vez que camino en ausencia de aquella paz...
La paz que distingue su figura gris, de rostro blanco.
La que distingue su cuerpo de la ausencia.
La paz de estrella que se fuga de su cielo.
Se disfraza de canción el frío de la noche,
Se desnuda cantando el dolor.
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