¿No te llenas lo suficiente? ¿Es que acaso estás vacía por dentro?
¿O escuché mal?
Quien quiera que haya extirpado de tu cuerpo la sustancia elegante de
Un recuerdo,
Es quien ahora tira de esta soga.
Recuérdame insistir, tuerce la mirada hacia tu lugar más tenebroso, guardado muy frío
En tu hipotálamo,
Tuércela, enfócala, no la pierdas, porque esa será la última.
Silenciosa entre el carmín ensangrentado.
Distantes gritos que exigen licor hacen ladrar a los caninos guardianes de lo
Blancoscuro.
Endereza tus oídos y piensa que pueden conocerte, que su ebriedad no los sumerge en
Tu olvido
Y en verdad gritan atormentados tu nombre...
Ya quisieras, ya lo pides.
Manchas con tu saliva mi alfombra, te beso los pies
Cual santa, cual bendita, cual mártir.
Cuelgas como manzana o como naranja,
Como cielo estrellado y ausencia
Congelando el espacio que domina tu cuerpo...
Ruido en otra habitación, se seca la leña, cruje tiernamente el fuego
Mientras te observo girar
Lenta
Lenta
Tardía como siempre
Sin sonrisa insinuante
Sin sexo prohibido
Lenta y lenta
Como tus ojos al abrir
Giras como si no hubiera viento que te mueva
Más que la sonrisa tambaleante de mis labios
Más el oxígeno amargo, estéril de mis pulmones.
Ni lágrimas te quedan.
¿Dónde irá tu tan preciada alma, tu destino, tu experiencia?
¿Dónde caerá mal parada tu suerte, tus lujos y tu arrogancia?
¿O es que olvidas que estas volando?
Que flotas en la nada suspendida de todo,
De lo que mis manos malgastadas han estimado necesario...
Espero quedes satisfecha si atesoro tu cabello entre mis libros
Los que amabas ignorar, los que devolviste con mi firma y mi espanto.
¿Quién se olvida de tu olvido, mujer sin soledad?
Haz de despojarme de la ciencia de tus trenzas
De tus cantos a la noche y tu sonrisa atardeciendo.
Giras lento, en donde todo es acelerado,
A donde corrías cuando el sudor te indicaba placer,
La lengua te imploraba lengua
Tus pechos suplicaban aire,
Te detienes como tiempo, como tren anochecido,
Incendio declarado.
Te detienes y contigo mi atención
La hipotenusa de un grito cuadrado
La soledad que anuncia fracaso
Me observas distante entre la niebla de tu partida
La silla se apiada de mi discurso traicionero
Me siento a esperar que seas capullo
Me siento a esperar que abras las alas
Me siento a esperar que alces el vuelo
Me siento a esperar
Me siento
Me siento...
No más.
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