lunes, 26 de marzo de 2012

• Verónica •

La curiosidad no mata.

La letárgica indiferencia de tus pestañas si.

Es elevarse a la montaña más fría,

Intentando respirar el aire de tu voz.

El águila fugitiva que hizo nido en tu mirada.

Siempre tan rodeada de sol y abanicos,

Del blanco y el mutismo.

La séptima hoja caída del azahar,

El quinto movimiento de la Luna,

La primera palabra al despertar.

Como si la sentencia del observador no fuera suficiente,

Hay registros verídicos de

Su rebeldía contra el cristal,

Contra la injusticia y lo falso,

A favor del observador.

¿Volarán mas tarde los colores de su tiempo?

¿O será presa fácil de la segunda vuelta del ciclo vital?

Cascabeles que no me dejan dormir.

Cilíndrica muerte que se ata a mis labios

Para despertar confuso. Enredado entre las sábanas

Después de un sueño junto a su cuello.

Es sabido que no concederás permiso

Para ser la flor que arrojas a la tumba…

Para ser el letrero que cambia de camino,

Para ser.

Tranquilamente no observa.

Lamentablemente, sólo es observada.



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